lunes, 23 de marzo de 2015

Pil-Pileando en mi Cocina

Y por fin! de vuelta en el blog para relatar alguna de las nuevas hazañas gastronómicas últimamente vividas. Es cierto si digo que me salto muchísimos relatos que ocurrieron antes del que hoy voy a escribir, pero también soy sincera si digo que a penas tengo tiempo ni de respirar, eso sí, es un tipo de asfixia placentera, de estas que sabes que aunque respires con algo de dificultad te reporta alivio y ganas de continuar si lo piensas, por eso, creo que este es el momento adecuado para tomarme un descanso y escribir sobre el acontecimiento que tuvo lugar el sábado en mi pueblo, Foronda, y que tanto tiempo llevaba esperando. Con la boca muy grande puedo decir, que bien merecida fue dicha espera.

Mi familia es muy dada a las celebraciones populares, no nos perdemos una y la verdad es que este tipo de fechas son la excusa perfecta para seguir reuniéndonos de vez en cuando. El día del padre fue el motivo de ésta y también fue mi oportunidad para convencer a mis parientes de que era el momento idóneo para celebrarlo de manera diferente, yo quería un cocinero en casa y no un cocinero cualquiera, yo quería, desde hacía ya mucho tiempo, al gran Kike, amigo de mi querido Juanjo, responsables de las jornadas gastronómicas que se celebran el el "Jai Alai" (Agurain) una vez al mes, en las cuales Kike nos deleita con su buen hacer en las artes culinarias, y autor de la web www.pil-pilean.com de la cual me enamoré hace ya un tiempo y se convirtió en una pequeña obsesión encontrar el día y el momento adecuado para que, de sus manos, salieran platos para mi y mis gentes, y por fin, el sábado, fue el gran día.


La cita, como he dicho antes, fue en mi querido pueblo, lugar dónde vivo y al que tengo un amor incondicional, es, sin más explicación, el trozo de tierra donde guardo los mejores recuerdos de mi niñez y además es el sitio qué vio a mi padre nacer y crecer.
Así que creo que elegí un buen sitio para disfrutar del menú degustación que Kike nos preparó, exclusivamente, para nosotros. ¿Qué más se puede pedir? pues sí, que lo muestre, porque fue digno de admiración y sobretodo de disfrute, desde el primero hasta el último plato. Allá vamos.

Ocho fueron los platos que compusieron el menú, Allí se encontraba mi cocinero particular por unas horas, y yo, con mis ojos en su espalda, disfrutaba de su maestría, ofrecía mi casi inútil ayuda y le preguntaba curiosidades varias intentando no estorbar demasiado, es más que bonito y sobretodo motivador ver a alguien con tan buen hacer y con tanta experiencia delante de los fuegos, para mi es como estar viendo la última película de Tarantino ( por eso de que si te quemas o estás a punto de cortarte se te escapan pequeñas palabras malsonantes y la sangre puede ser toda una hazaña, pero el guión es, sin duda, el mejor para cada ocasión).

Todos a la mesa, comenzamos con un primer y delicioso entrante, el cual sorprendió a todos y cada uno de los que allí nos encontrábamos, solo se oía la letra "m" prolongada mientras disfrutábamos del sabor y la textura de esta Brandada de Bacalao sobre pan tostado, mix de lechugas y pimienta cayena "al corte" por encima.


La cosa empezaba bien, creo que no me equivoco si digo que todos hubiéramos repetido, no quiero saber que hubiera pasado si una fuente de esta cremosa brandada habría estado sobre la mesa... mejor quedarnos con la duda. 

El segundo entrante estaba lleno de color, pena de platos "horteras" de los que disponíamos en mi modesto "txoko" esos del año en que reinó el tío Carolo y que te recuerdan aquellas "comilonas" familiares, de las que salías exhausto y con un par de kilos más porque tu abuela echaba cucharones enormes de su mejor guiso diciendo muy convencida que tenías que crecer y ser una muchacha fuerte y de buen ver...


Un pudin de piquillos con mayonesa suave y combinado de aceite de perejil y aceite de remolacha que le daban un toque fresco y sobretodo colorido, este, sinceramente, me encantó, un plato que por su simpleza se convierte en algo difícil de hacer bien, pocas veces recuerdo haber comido uno de estos que fuera sabroso, meloso y con sabor a lo que es, así que de momento me guardo este en mi memoria de sabores...

Los comentarios eran más que positivos, y acabábamos de empezar. El tercer entrante era para mi, uno de los más esperados, por considerarme fanática del mundo infinito de los marinados, algo a lo que sin darte cuenta, te vuelves adicto e inconscientemente, cada vez que entra un pez fresco en casa, empiezas a bañarlo en infinidad de perfumes culinarios para ver cuál es el que ocupará el primer puesto en el ranking de tus gustos. Pues he aquí uno de los primeros puestos en mi podium, Kike nos sorprendió con un Jurel "deliciosamente" marinado, engalanado con una crema de remolacha y acompañado de un salteado de "tallarines" de calabacín, dados de calabaza asada y una mayonesa de ajo negro, que como bien me dijo, sabía a regaliz, un descubrimiento que me guardé en la recamara porque era, sin miramientos, un vicio.



La letra "m" y la frase: "pero qué rico está todo!" era lo que más se oía en la mesa, como dice el refrán; "Oveja que bala pierde bocao" y se iba cumpliendo a cada minuto. Continuábamos con un cuarto y sabroso entrante, para mi era algo  nuevo, pero en ese momento de mi sorpresa Kike me dijo: "Esto es más viejo que la tarara, pero resulta todo un acierto". Y así fue, unos pimientos del piquillo rellenos de chipirones sobre su tinta. Aquí he de nombrar a mi tío "Toni" que quedó conquistado con el plato, él, gran fan de los pimientos rellenos de su mujer, mi querida tía "Mari" no paraba de alagar el manjar. No quise preguntar si en su ranking, éstos, habían pasado a ocupar el primer lugar desbancando o compartiendo primer puesto con los de  mi tía, mejor lo dejamos como incógnita...



Y llegaba el quinto y último entrante, para poner el broche final a la primera etapa de la gran comida, que mejor manera que con este plato fresco, con el que de nuevo nuestros paladares no supieron más que dejarse conquistar y dejarse llevar al puro placer del buen comer...



Anchoas marinadas con refrito de ajo y perejil por encima, acompañadas por tomates confitados "en casa". Temporada de anchoas, que gran acierto Kike, pocas cosas habrá tan deliciosas como un buen boquerón, uno de esos ni grande ni pequeño, pero "gordito" con la carne prieta y el color vivo de su piel plateada. Y qué decir de los tomates... se deshacían en la boca, perfecta combinación de mar y tierra, lo bordaste, sí señor!


Hasta aquí el variado y contundente comienzo, los "buches" comenzaban a perder gran parte de su espacio, pero las ganas de seguir probando delicias no cesaban, era el momento de los segundos protagonistas de la velada.

El salmonete fue el pescado ganador para protagonizar los segundos platos, uno de mis favoritos y también de mi comemundos, el plato se componía de los "lomitos" de este pez, sobre una cama de tirabeques salteados con bacon, todo ello rodeado de una crema verde intensa de espinacas. 


En su punto perfecto, es así como estaba el salmonete, jugoso, sabroso, piel crujiente, con esa melosidad que caracteriza a este pescadito azul y que para mi, lo convierte en una estrella de la cocina, el combinado de verduras con el que iba acompañado era más que acertado, dándole el bacon un toque salado que remataba el plato. "chapeau!" 

Llegaba el final, era momento de la carne, la elección estuvo silenciosamente cocinándose durante toda la velada, allá, en uno de los fogones, sin que nadie nos diésemos cuenta, a no ser que prestáramos atención a nuestro inteligente olfato, que si lo concentrabas, percibías de fondo un sutil aroma a mantequilla tostada cocinando "no se qué" ...


He aquí la protagonista; Presa ibérica, cocinada a fuego lento con mantequilla y acompañada de una parmentier de queso Idiazabal. 
Los más carnívoros no daban crédito, y los que no lo somos tanto nos convertimos durante la degustación de este plato. Buen broche final para el grupo de los "salados".

El hueco en nuestros estómagos era mínimo, casi inexistente, mi querida abuela decía que hacía tiempo que no comía tan bien, pero que una sola miga más la haría explotar, exageraciones... mi ama y mi aita estaban felices, yo lo notaba, la experiencia estaba mereciendo la pena y confiaron en mi cuando les dije que venía Kike, así que vamos a ponerle el punto y a parte, que no final, a la exitosa celebración del día del padre, llegó el  momento dulce. De repente los estómagos se agrandaron a la vez que los ojos, cuando vimos aparecer esta "Mousse de Chocolate crocante con fresas, naranja sanguina y su hoja de menta"


Grandes amantes del chocolate nos consideramos en mi familia, así que no pudimos acabar mejor, diste en el blanco con el postre Kike, fue el tema de conversación durante un rato, y no era para menos, cada vez me considero más fiel seguidora del chocolate con frutos rojas y cítricas.

Y que más puedo decir después de todo lo que ya he dicho, después de describir lo que para mi fue una comida perfecta, ah si! no podíamos no colaborar de alguna manera, así que el pan que nos acompañó durante toda la velada estuvo a cargo de mi comemundos Beñat, unas barras de trigo integral y masa madre de las cuales quedaron la migas y que fueron el acompañante perfecto para todos y cada uno de los deliciosos platos.




En definitiva, que esta será la primera, pero no la última vez que contemos con tu arte "Chef", darte las gracias por tu cercanía, por el cariño que pusiste y por demostrar, una vez más, que las cosas hechas con amor y pasión siempre son las mejores, fue un honor tenerte en nuestra cocina. 
Solo me queda invitaros a visitar su web, www.pil-pilean.com, a mi me enganchó desde la primera frase, y que decir de los suculentos platos... sse que lo querréis en vuestra cocina casi de inmediato, gran cocinero y gran persona, me atrevo a decir que para mi es, la combinación perfecta.


Amaia

lunes, 5 de enero de 2015

Habemus pan: espelta y trigo integral con aceitunas

 Hoy os voy a poner un par de recetitas de los panes para esta semana,uno de espelta y otro de trigo integral 100% con masa madre de centeno.

 Para empezar, la mama está bien potente con 4 refrescos después de su descanso navideño en la nevera. Los primeros de ellos han sido con harina de fuerza, y el ultimo con centeno bastante prietita. No se si tiene sentido panadero, pero así creo que compenso la falta de fuerza del centeno, un poco, y uso el sabor de esta harina integral de Arguiñariz molida a piedra aquí cerquita en Navarra. Como ya os he contado soy bastante autodidacta y probador de variantes, y ahora me ha dado por ahí...



 Ahí tenéis la foto de la mamá lista para hacer su función, con un olor buenísimo ya que los refrescos anteriores eran bastante líquidos y estaban cargaditos de ácido láctico con ese aroma característico.

 Ya tengo las masas mezcladas antes de meterles la madre y empezar a amasar. Os pongo las mezclas:
                -400gr de espelta blanca                                     -100gr de trigo de fuerza
                -Hidratada al 62%
 El integral son 500 gr de harina de trigo integral hidratada al 70% y con un buen chorro de virgen extra arbequina y unas aceitunas negras picadas.

 Para fermentar éstas masas y darles alma, voy a ponerle un 15% de masa madre en la de espelta blanca, y un 22% en la integral de aceitunas.
  Ahora toca amasarlo todo, y dejaré que empiecen a fermentar en un bol tapadas en un lugar templado, antes de meterlas en la nevera. Mañana sigo escribiendo y pongo el formado y el horneado.

   Ya han pasado unas 17 horas desde el amasado, y estan pequeñas se han hinchado en la nevera durante toda la noche llenándose de sabores. Lo que hago con ellas es sacarlas y dejarlas 30 minutitos en una zona templadita para que cojan algo de calor. Después llega el formado. Empiezo por la blanca de espelta que formaré en 2 pasos, primero la boleo dándole un poco de tensión, y que repose 10 minutos más. Después formo una barra gorda que paso al baneton con el pliegue hacia arriba, como se ve en la foto.


  La segunda la formo de una vez haciendo una gran bola que dejaré fermentar en otro baneton esta vez redondo.


  En el horneado intento meter mucha humedad al principio (bandeja con piedras y agua) y la máxima temperatura que pueda el horno de casa, siempre intentando que la bandeja donde lo pongo esté lo más caliente. Hoy no tengo mi bandeja de acero, que la verdad funciona y consigue subir más panes y una base más uniforme. Al de 15-20 minutos saco la bandeja y bajo la temperatura a 210º y a partir de ahí lo que el pan me mande y dependiendo del tiempo que tenga lo saco antes o después.




  Han pasado ya unas horas y tras cocerlas os enseño las fotos de como han quedado los panes. El de espelta ha sido el primero y al ir a visitarlo en el minuto 15 de horneado...me encanta esa sensación de ir a mirar y verlo bien desarrollado, y con esa greña bonita que ha creado. Ese es un momento casi inexplicable lleno de ilusión e incertidumbre, en el que no sabes lo que vas a encontrar.  Para bien o para mal, te muestra el resultado del trabajo que has realizado y te ayuda a aprender, en mi caso además siempre me saca una sonrisa. Por suerte este ha salido bien, Ahora mismo lo voy a sacar del horno, y meto enseguida el integral con la misma ilusión y esperando otro buen resultado.




  El segundo es el de trigo integral con aceitunas. Ya ha salido también del horno y como veis le he hecho 3 cortes. Uno de ellos era como yo quería y los otros dos no han abierto igual, nose bien si por profundida o por poca inclinación de la cuchilla... pueden ser muchas cosas, Lo del corte es un arte y supongo hacen falta más panes de práctica. Por lo demás el pan tiene un aroma y una pinta estupendas. Os animo a que hagais vuestros panes en casa y disfrutéis de vuestras creaciones, y si sirvo de ayuda en algo encantado.
  
  Me despido de vosotros, os deseo que vayan bien los reyes y el fin de las vacaciones para todos.
 Beñat