domingo, 26 de octubre de 2014

Azurmendi

Este pasado jueves, doscomemundos vivimos una nueva experiencia gastronómica. Teníamos reserva para comer el menú "pret a porter" en el restaurante Azurmendi en Bizkaia. Y tras una mañana tranquila desayunando tostadas de una buena hogaza de centeno recién hecha, nos pusimos en camino con los nervios de punta y la ilusión de una visita a un restaurante tan reconocido.



 Lo primero que nos ofrecieron fue el talo de ibéricos, un aperitivo en forma de empanadilla con una rica y dulzona masa de maíz rellena de chorizo.


 Como entrantes, una ensalada de verduras y un txangurro al horno con pilpil de coliflor. La ensalada estuvo buenísima, una crema de patata de base, muy sabrosa, y sobre ella unas verduras. Unas iban bien cocinadas, con todo su color y textura y sin perder nada de sabor, y otras iban crudas haciendo el plato más fresco. Muy buen plato. 



El segundo entrante fue un plato impactante. El sabor del txangurro que nos sirvieron era potentísimo, con sabor yodado y con una sensación de que todos los jugos del animal estaban presentes ligando esa salsa y dando SABOR. Para poder degustarlo mejor lo acompañaba el pilpil de coliflor, que se mezclaba en la boca dando untuosidad al conjunto y formando un bocado redondo que nos encantó.



  Pasamos al pescado, txipirones con verduras asadas. Los txipis ricos, frescos, bien pasados por la plancha y algo que me gusta, con piel. Las verduras asadas, una especie de piperrada, ocurrió como con el txangurro, potentísimas de sabor. Pero de nuevo, el conjunto con el txipirón era muy bueno.


 El menú finalizó con carne, entrecot. Amaia preguntó si había algún inconveniente en cambiarlo  y no supuso ningún problema, le ofrecieron una merluza y todos tan contentos, solucionamos el pequeño problema de la comemundos con las carnes rojas y así pudimos probar otro plato. El entrecot estaba bueno, pero lo pedí poco hecho y la cocción no fue homogénea y hubo algún trozo un poco pasado, esto, sin ser un fan de la carne también hay que decirlo. Y la merluza estaba perfecta. Era un buen taquito y estaba jugosa y en su punto, cuando se separan las lascas al meterla en la boca y notas sus jugos en el paladar...gran momento. Le acompañaban unas setitas y una salsa americana. Con la americana vuelvo al sabor. Parecía una glasa de pescado, igual que se hace con los caldos oscuros de carne que cogen esa textura gelatinosa por el colágeno, pero con intenso sabor a marisco y pescado.




 Y para acabar los postres. Este menú te da la opción de elegir los postres que están en un carrito-vitrina para tentarte. Elegimos el milhojas con crema de mascarpone y un vasito que tenía un trozo de masa tipo muffin, con tofe y mousse de chocolate. El vasito estaba bueno, con juego de texturas y rico de sabor. El fallo para mí estuvo en el milhojas. La crema de mascarpone se me quedó subida de dulce, y un poco...insípida sin ese sabor potente que había estado presente en cada plato. Y el hojaldre, que es algo maravilloso si se hace bien, no me pareció bien cocido. Nose si por tiempo, temperatura, exceso de pliegues... pero no subió bien y no estaban las capas crujientes, que para mí habría sido lo ideal para que tuviera una buena textura en boca.




 Como comentario añadido de panadero casero que empiezo a ser, me extraña que este manjar no se cuide más en un sitio de esta envergadura. Poder ofrecer un pan con harinas cuidadas y más natural, con opción integral para quién lo prefiera, sería en mi opinión algo aconsejable para este tipo de menús, ya que si brilla la comida y el vino, pueden brillar otros elementos que ayuden a redondear la experiencia.
Repetiremos seguro, pero la próxima vez prepararemos el bolsillo para degustar el menú gastronómico, la verdad que es un lujo y un placer tener este tipo de sitios tan cerca de casa.

Beñat.






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